domingo, 4 de enero de 2009

SANTO JOLGORIO

Es hora de tirarse agua helada a la cara y reaccionar. Revisar hasta el último de los confines de tus superficies, en busca de esa cosa mínima que compone tu universo, que lo hace justificable. Vamos a darnos la tarea de buscar nuestro instinto, nuestra fórmula mágica y que eso nos dirija. Pasémosle la lengua a las cosas dos veces, no nos quedemos sin probar nada. Pero sobre todo, creemos locura, adoctrinemos locura, vendamos y compremos locura. Todos, reuniendo sombras y luces para llenar el Arca, para hacer quórum y copar hasta la copa de los árboles. Y que en cada esquina haya alguien que se salvó del mundo y ande desarrollando banalidades hermosas. Olvidémonos del cielo;el cielo es el baile, es el trance; la yuxtaposición del cuerpo sobre una línea de bass, negra y refinada. Olvidémonos del infierno, el infierno es sangre sobre las canciones, historias de desamores sobre musas, mujeres y ninfulas. Historias de la parca, urbanas, country, sazonadas de blue notes.
Para cantar es necesario tener una buena voz, alcanzar notas graves y agudas, pero lo verdaderamente imprescindible es la transmisión de la sensación, la liturgia, el rito, ser como esos sacerdotes paganos, ebrios de fe y entregados al placer.Es necesario elevar el mentón, gritar las verdades y gritar las mentiras, sacudir la cabeza para que las ideas fuguen en los resoplidos de la nariz. Demostrémosle a los cínicos y caretas que nuestra dirección es la mejor, qué no rendimos cuentas al tiempo; que defendemos con dientes apretados, nuestro derecho a ser únicos.
Unámonos para romper el molde, y que quede para siempre roto. Seamos los dueños de la calle, de las oficinas públicas y privadas. Seamos dueños de las corbatas, de los barrotes de hierro. Seamos dueños de nuestros minutos. Nunca seremos bestias de carga.
Relajemos, no nos tomemos nada tan en serio. Sepamos que somos igual de mortales que los vegetales, y estamos al igual que ellos, a un machetazo del orco. No desdeñemos a la madre tierra, a la novia de dios, que nos regala anestesia y amnesia. Amémosla y cuidémosla.
Volvamos a la orfebrería, a la artesanía, a la alquimia. Confeccionemos banderas, pintémonos las caras y las poleras. Aprendamos de los gitanos y de los circenses, dejemos de depender tanto del dinero. Un buen hombre y una buena mujer, solo necesitan comida, sexo, música y amistad. Mordamos los bozales, escupamos las mordazas, perdamos la vergüenza que nunca le hizo bien a nadie. Escuchemos lo que dicen los viejos, reflexionemos, seamos más cariñosos y menos violentos. Pasemos de largo ante las cosas malas, de la gente que solo crítica. Pasemos de esa mierda, con lentes oscuros, con pelos en la cara.
Nadie sabe que pasará en las próximas horas, todo momento es un experimento y nosotros somos el quinto elemento, por eso vivamos plenamente, instintivamente; pongamos en la basura esas ilusiones morales que nos han impuesto. Hagamos patria rockera en nuestros barrios, hagamos del centro nuestra trinchera. Todos sacudamos el polvo de nuestras cabezas, tomemos el toro por las astas, y, seamos la esplendida metáfora de LOS SALMONES.
Todos están invitados, pasen y vean lo que un meñique puede hacer. Sentirán como esos acordes en séptima con su sonido eléctrico, les abrirán el cráneo y la bragueta.
Cabruja i Cháves

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