Mi rock I parte

Aproximadamente una década después del fin de la segunda gran guerra; los Estados Unidos estaban saboreando la primera capa de sabor de lo que significó su posicionamiento cómo el país más poderoso del mundo. La nueva generación creció embelesada por el triunfo “Americano” en la guerra. Crecieron viendo la fotografía de Iwo Jima, tomada a los marines en la isla japonesa. Se leía y se escuchaba por todos lados que fueron los destructores del régimen nazi y, del fin del holocausto. La publicidad de guerra funcionó muy bien la sociedad juvenil norteamericana.

Bajo éste escenario de distención, en el dulce período entreguerras (luego vendría Vietnam) la juventud tenía tiempo y hormonas para desperdiciar. Tenían amnistía para la trivialidad y mucho ánimo; entonces necesitaban canciones que hablaran de lo único que les importaba: los amores, carreteras, automóviles y parranda.

La cuenta progresiva la iniciaría Bill Haley y sus cometas. La canción es: Rock around the clock con ésta innovación musical, estalla una fiebre juvenil de movimientos de cadera, alaridos (bastardos del góspel) y sacudones de cabeza. Toda ésta histeria fue simultanea en muchos estados. Las mixtura racial se representó en la música: Blues, Jazz, Rockabilly, Rhythm and Blues, Hard bop, Gospel. El pinchadiscos Alan Freed le puso el mote de Rock and Roll a esa fusión milagrosa que se estaba desencadenando en los Estados Unidos. Bill Haley fue una aperitivo fantástico, pero , los jóvenes estaban a medio polvo. Entonces, llegó Elvis y su tremendo sex appeal, su parafernalia y su corrupción cinética y “ la popu” enloqueció; los dedos de el matador quemaban pianos literalemente. Jerry Lee transformó el R&B al “satanismo”. Chuck Berry que colocó a la guitarra cómo instrumento vedette. Estos sureños mágicos se convirtieron en los paterfamilias de las muchas generaciones de rockstar que vendrían...